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Irma Ramírez Molina/
En Chiapas, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) es un fantasma del gobierno federal, no tiene delegación, ni delegado, ni personal, es un ente que pervive del recuerdo cuando el régimen neoliberal estaba más preocupado por promover y defender el consumo de los mexicanos.
Hoy, como llama a no ser consumistas, a alejarnos de practicas que no casan con el pensamiento de izquierda (el decálogo de AMLO lo devela completamente), defender de los abusos es un asunto cortada de tajo, como la corrupción que decían que iban a frenar con sólo llegar al poder y que hoy cabalga campante en el IMSS, por ejemplo.
PROFECO ha dejado a Chiapas a merced de quienes, por ejemplo, no permiten una mediación con las escuelas particulares emperradas en cobrar colegiaturas completas a cambio de las calificaciones, aun a sabiendas que la pandemia modificó todo, tanto la forma de educar, como la de obtener ingresos en las familias que optaron por el sistema privada, precisamente porque el público es todo un asco.
Ahí debiera mediar PROFECO, tener la autoridad que alguna vez tuvo, que siempre estaba de lado del consumidor y defendía su derecho a no saber del cliente, con la idea de ir generado una cultura de conocimiento y comercio legal basado en respeto, por encima de cualquier interés comercial.
¿Dónde está la PROFECO ahora que los abusivos de siempre están lucrando con el oxigeno que necesitan los enfermos Covid que convalecen en casa?, durmiendo el sueño de los justos, persiguiendo gasolineras en pos de un precio mentiroso del litro de combustible, placeándose en las conferencias mañaneras, regodeándose en su ineficacia, su inutilidad y su indolencia.
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