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Irma Ramírez Molina/
La 4T también tiene sus mañas: en el trayecto rumbo al poder, en el 2018, se le treparon al tren del triunfo aliados del camino que hoy están develando sus verdaderos intereses, que van desde una agenda política orientada a mantener el estatus quo de extractivismo y corrupción, hasta la de ―soterradamente― descomponer el escenario político para que el esfuerzo del primer gobierno de izquierda, se opaque por escándalos, incongruencias, contradicciones y vueltas a lo mismo, el detonante del hartazgo ciudadano en la última elección presidencial.
Independientemente de las disparates del Presidente Andrés Manuel López Obrador
nuel López Obrador (no endeudaremos al país y el Banco Mundial otorga una línea de crédito por mil millones de dólares; no endeudaremos al país y ya se terminaron las reservas internacionales para dar créditos, no somos iguales, no somos corruptos y Zoé Robledo
cabalga a sus anchas con el contratismo de su hermano, mientras Rocío Nahle se despacha con la cuchara grande en la refinería Dos Bocas), hay muchos ejemplos de convicción y congruencia que deben notarse porque cuando es el momento propicio, cuando son exigidos, están ahí para poner orden, para cuidar el prestigio del movimiento, para orientar a las masas, para cerrar puertas en las narices de los indeseables e infiltrados.
Y me refiero concretamente al diputado local Dip. Marcelo Toledo Cruz
que impidió que el Congreso del Estado cometiera una pifia garrafal, una verdadera y absoluta estupidez al modificar la Constitución Política para separar elecciones locales de las federales, eliminar el proceso de reelección de alcaldes y otorgar en automático, un periodo de Presidentes Municipales a todas luces ilegal, anti ético y políticamente errado que, además, quisieron hacerlo en los oscurito, por debajo de la mesa, en secreto, como en los mejores viejos tiempos del PRI.
Pero no contaban con la congruencia de Marcelo Toledo, con la pulcritud de su actuar público, con su convicción idealista de izquierda que no le iba a permitir prestarse a una farsa y una estocada a la democracia chiapaneca digna de los mejores tiempos del viejo régimen, al que tanto dicen odiar y no ser iguales por todos lados.
No pudieron materializar su albazo, su traición, jugarle una pasada a Chiapas (más que al Gobernador Rutilio Escandón Cadenas
enas) y mostrarse de cuerpo entero como una parvada de ignorantes, primerizos y apuñaladores por la espalda que quisieron dejar a Morena, a la 4T, al nuevo régimen en construcción, como una vil mentira revestida de toneladas de discursos huecos, comenzando con el del propio AMLO.
Marcelo dijo en la mesa donde pretendían discutir y aprobar un dictamen parlamentario, una palabra que en política muchas veces, se reviste de varios tonos, de muchos matices, tiene a su servicio, millones de otras palabras para decir lo mismo, pero evitar la forma directa que siempre es la más corta y efectiva: no.
Claro que tiene visión política, claro que sabe que un movimiento de gran calado como este debe llevar un tejido de filigrana previo, consensado y someterlo lo más “planchado” que se pueda a la hora de la votación, para que emerja como una idea sólida, firme y concreta, no como una capoteada que busca calcular la fiereza del toro a la hora de embestir.
Antes que reformas constitucionales para rediseñar el andamiaje institucional, deben someterse otros aspectos al Legislativo, como el propio sistema de partidos, el del órgano electoral que consume horas extras de vida pública y que será el detonante para todo esto otro, al que no le ha llegado su tiempo preciso y exacto, porque mientras nos enfocamos en la pandemia, salir con una tarugada de tremendo pelo, los haría ver como traidores, insensibles y verdaderos zopilotes de temporada.
Pero ahí está Marcelo, la garantía para muchos de que no harán estupideces políticas desde el Congreso del Estado.
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