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Irma Ramírez Molina/
México atraviesa la crisis pandémica del #Coronavirus y nosotros acabamos de darnos cuenta que la lógica de pensamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador responde a su tamiz ideológico, a enemigos imaginarios que no está dispuesto a olvidar en ningún momento de su gobierno.
Está claro que no le interesa darle respuesta o solución a la exigencia al sector empresarial, a la mafia económica que se enquistó en el poder político, que su idea de proteccionismo, aunque muy de los 70’s, sirve para mantener su base electoral, su publico de 30 millones de mexicanos que lo eligieron, a quien nunca ha dejado de hablarles en sus propios términos.
¿Perdió realmente la oportunidad de ser el líder que necesitamos en la crisis, o simplemente se guareció en su circulo intimo y enfocó sus baterías a redondear su discurso frente a quienes no lo van a abandonar ni en los linderos de los fuegos infernales del 2024?
La razón ideológica de AMLO tiene más peso que la lógica globalifílica de imponer “políticas públicas del Estado” que preserven privilegios de empresarios, clase gobernante y dueños del mundo, sin pensar en los desposeídos, los marginados globales, quienes ven en él una esperanza de vida, en todo momento, incluso en tiempos de crisis, como ésta.
AMLO no sólo está a contracorriente del pensamiento que domina su propio gobierno, impuesto en 90 años de neoliberalismo en México, sino que está sólo, en esta región del planeta y en Palacio Nacional, donde las voces que disienten de su forma de pensar, están en la periferia de su círculo de opiniones que pudiera escuchar.
Ya sabemos que es un obstinado, necio y terco, que no cambiará a pesar de todo lo que esté frente a sí, sea contrario, porque en la adversidad se crece.
¿Estamos en el peor momento del mundo, en las peores manos?, no precisamente, pero no en las manos que quisieran sus adversarios.
Aunque parezca inverosímil, hay coherencia en su actuar y en la consecuencia de sus actos.
Y ni hablar, porque así será todo el sexenio.
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