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Irma Ramírez Molina/
**Normalizar la Violencia Contra la Mujer, es un error.
David García Urbina, es un posible feminicida en potencia, un fanfarrón que no tiene empacho alguno en golpear a una mujer y re victimizarla, al obligarla a desmentir su propia agresión y defender a su agresor, aún y cuando es claro que le ejerció la fuerza de su poder político, al amparo machista de la cúpula que lo protege, lo defiende y le permite seguir en libertad, omitiendo su peligrosidad y su odio contra las mujeres.
No es la primera vez que el alcalde de Tapilula se ve envuelto en este tipo de lamentable historia. La más reciente fue este fin de semana en Puerto Arista, Tonalá, donde se sabe “molió a golpes” a una mujer que estaba con él.
(Habitación 04 del Hotel “Las Palmas”, ubicado en el Boulevard “Mariano Matamoros”, Andador 11 Poniente, colonia Centro de la Comunidad Puerto Arista, municipio de Tonalá, reportó la Policía Estatal Acreditable ante el Fiscal del Ministerio Público de la región Istmo Costa)
Las fotos evidenciaron sangre en el rostro de ella, en nariz y boca; al momento de la agresión, dijo que “El Pichi” ―vaya sobrenombre para un abusador― le había propinado golpes a puño cerrado en el marco de una discusión personal.
El alcalde no logró pisar la cárcel, el manto protector machista operó a su favor. Eso no fue lo peor, horas después, en la resaca de la realidad, ella salió maquillada y visiblemente presionada a decir que nada de lo que sucedió y reflejaron los medios, fue cierto, que no hubo tales golpes y que El Pichi, era inocente de eso y más.
¿Dónde están realmente las autoridades que pregonan defender a las mujeres en estos casos de claro abuso del poder político contra una mujer traducido en violencia física?
¿Dónde está, por ejemplo, “la mentada Seigen” para pedir la destitución de este alcalde abusón que no es la primera vez que agrede a una mujer a golpes?; aquí
Maria Mandiola
Totoricagüeña no tiene nada qué hacer, porque precisamente es ella, con su omisión, su ignorancia y su silencio, quien pareciera extiende y defiende el poder abusador de este político misógino que, por menos que eso, debiera perder su cargo y enfrentar a un juez para que pagara con cárcel en El Amate su delito.
Y ya no se hable de los demás componentes del feminismo (institucionales y activistas) porque cuando se necesitan, no están ahí para acompañar a una mujer doblemente agredida, por un político, que enfrentó un infierno frente a un patán que gobierna una fracción del territorio chiapaneco y que, sabedor que tiene fuero e impunidad, volverá a hacerlo las veces que quiera sin que nadie ―NADIE― le ponga un alto, levante la voz, lo vigile o lo meta a la cárcel.
Ojalá su nivel de violencia no vuelva a ser noticia cuando, esperemos no suceda, cometa un feminicidio.
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